Si el cerebro de un niño no madura adecuadamente, puede haber varios efectos negativos en su desarrollo cognitivo, emocional y social. Algunas posibles consecuencias incluyen:
1.Retrasos en el desarrollo físico, cognitivo y del lenguaje.
2.Dificultades para aprender y recordar información.
3.Problemas de atención y concentración.
4.Problemas emocionales y de comportamiento, como la depresión y la ansiedad.
5.Dificultades sociales, como la incapacidad para establecer amistades y relaciones significativas.
6.Problemas con el razonamiento abstracto y la resolución de problemas.
Es importante abordar cualquier problema de desarrollo cerebral lo antes posible para minimizar el impacto en el desarrollo infantil. La detección temprana y la intervención temprana son claves para ayudar a los niños a superar estos desafíos y lograr su máximo potencial.
